Un joven con autismo que era voluntario en un supermercado fue despedido cuando pidió que le paguen: la empresa rival lo contrató


Un joven con autismo fue apartado de su puesto como voluntario en el supermercado Waitrose, en Reino Unido, después de que su madre preguntara si podía empezar a recibir un salario. La historia generó indignación pública y tuvo un giro inesperado: una cadena rival lo contrató.
Tom Boyd, de 28 años, trabajaba desde 2021 en la sucursal de Waitrose en Cheadle Hulme, cerca de Manchester. Durante más de tres años cumplió tareas de reposición, organización de góndolas y control de productos, sin cobrar un sueldo, dentro de un programa de apoyo comunitario para personas con discapacidad.
Su madre, Frances Boyd, contó que Tom adoraba su trabajo y se sentía parte del equipo. Por eso, cuando acumuló cientos de horas de voluntariado, decidió preguntar si podía acceder a algunas horas remuneradas. “No queríamos un contrato completo, sólo un reconocimiento. Pero en lugar de eso, lo echaron”, relató, según informó el Daily Mail.
Poco después de su consulta, la familia recibió un llamado en el que se les informó que Tom ya no debía presentarse más. Frances aseguró que no hubo una explicación clara ni agradecimiento alguno por su compromiso. La noticia provocó una ola de críticas hacia la empresa por su manejo del caso.
Ante la repercusión, la cadena rival Asda se contactó con los Boyd y le ofreció a Tom un puesto pago, con turnos flexibles de cinco horas, dos veces por semana, adaptados a sus necesidades. “Está feliz. Lo trataron con respeto y le dieron la oportunidad que merecía”, contó su madre.
Waitrose, por su parte, emitió un comunicado donde dijo lamentar la situación y afirmó que revisará internamente el caso: “Valoramos enormemente a nuestros voluntarios y queremos apoyar a Tom si decide regresar”.
El episodio encendió el debate en Reino Unido sobre los límites del trabajo no remunerado y la falta de inclusión laboral real para personas neurodivergentes. Para Frances, la enseñanza fue clara: “Mi hijo no necesitaba caridad, necesitaba dignidad”.
En el Reino Unido, las personas neurodivergentes están protegidas por la Ley de Igualdad de 2010, que prohíbe la discriminación laboral y obliga a los empleadores a realizar “ajustes razonables” para garantizar la inclusión. Esos cambios pueden ir desde flexibilizar horarios hasta adaptar procesos de selección o entornos de trabajo.
Sin embargo, los especialistas señalan que la aplicación práctica de estas normas sigue siendo desigual. Aunque no se exige un diagnóstico formal para acceder a las protecciones, muchas empresas desconocen cómo implementar políticas efectivas de inclusión o subestiman el impacto de las barreras invisibles que enfrentan las personas neurodivergentes.
A pesar de los avances legales, la tasa de empleo entre trabajadores neurodivergentes sigue siendo considerablemente más baja que la del resto de la población.
El debate en la legislatura británica y en los tribunales laborales apunta hoy a cerrar esa brecha y a garantizar que la inclusión no dependa solo de la buena voluntad de las empresas, sino de políticas concretas y sostenidas.
Fuente: www.clarin.com



